Disparado el Real Madrid en punta de la clasificación de la liga, a priori la visita del Granada tomaba forma de bálsamo para el Barça. Las derrotas del Girona en el Bernabéu y la del Atlético en Sevilla hacía que ganar a los de Alexander Medina tuviera doble premio: acercarse a solo tres puntos de la segunda posición y dejar a los de Simeone cinco por detrás.
El regreso de Ter Stegen, el segundo partido consecutivo de Andreas Christensen en el pivote y la inamovilidad de Lamine Yamal en punta acompañando a Lewandowski eran las principales armas esgrimidas por el Barça en una nueva noche fresca en el Olímpic de Montjuïc.
No empezó mal el equipo local, que antes del cuarto de hora batía a Batalla tras un gran centro de Cancelo que Lamine Yamal remató a la red. Pero cuando todo parecía encauzado e incluso Lewandowski había fallado uno de esos goles que la grada ya coreaba, el Granada dio un paso adelante y, de la mano de un Facundo Pellistri que ganaba una y otra vez sus duelos con Frenkie de Jong, comenzó a poner en peligro la portería de un Ter Stegen desconocido por impreciso.
Cuando el público olía ya el descanso y comenzaba a desenvolver los bocadillos, una penetración por la banda derecha de Pellistri que Pedri, ante la ausencia defensiva de Cancelo, no pudo frenar terminó con el empate, un gran remate de Ricard Sánchez ante el que el portero alemán del Barça no supo hacer nada. Ni adelantarse en el marcador traía la tranquilidad a un equipo donde las notas positivas venían de la mano de Yamal, Christensen y la pareja de centrales formada por Iñigo Martínez y Pau Cubarsí.
En la segunda parte, más de lo mismo: indolencia local, Cancelo saliendo en todas las fotos, Frenkie de Jong siendo un cero a izquierda y un Pedri a quien el físico le da para lo que da. Y así, en el minuto 60, cuando Xavi suele hacer sus cambios porque si los hace antes parece que implosiona la ciudad, Ricard puso un centro medido para que Uzuni adelantara al Granada. Dos minutos después, Lewandowski empataba y parecía despertar a su equipo, pero solo 180 segundos más tarde, Ter Stegen decidía coronar su actuación con un gol en propia puerta tras el remate de Ignasi Miquel. 2-3 y silencio absoluto.
El Barça vive, ahora mismo, de lo que es capaz de hacer un juvenil de 16 años. Esa es la dura y a la vez esperanzadora realidad de un equipo desbordado y sin capitán. Lamine Yamal perdió un balón en ataque, luchó para recuperarlo y lanzó un disparo con rosca que situó el 3-3 en el marcador y dio diez minutos más al Barça para intentar no desengancharse de la liga.
Y el Barça, claro, falló. Porque si el penúltimo clasificado te endosa tres goles en casa y no eres capaz de ganarle, tu actuación no puede calificarse de otro modo. Si esta es la liberación que buscaba Xavi, debería pensar en otro modo de lograrla.
Foto: FC Barcelona